desde los ecos muertos de las estrellas.
Los ojos de falso fulgor,
cuya atención no quiero,
vierten su mirada de negrura abismal
y enloquecedor silencio.
Los pies se retuercen en la tierra suelta
sin hallar acomodo
y así resbalo
a la garganta insaciable de horror,
monstruo inabarcable.
Cierro los párpados aterrados
para tener pesadillas
que pueda comprender.
Fátima N. S.
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