domingo, 9 de junio de 2019

EL CUENTO DEL SUSURRO

Letanía murmurada
en las horas arrastradas
de mi propio corredor.
Otro día y otro día,
oh, mi pobre corazón,
soplo y soplo los rescoldos
de tu carcasa de horror.
La oscuridad me revela
otra maraña de espanto,
la luz no existe en mi pecho,
perfume de camposanto.
Hay pavores en las sombras,
en los recuerdos perdidos,
que ahuyentan las pulsaciones,
que detienen los latidos.
Ay, el frío, ay, el frío,
la vejez de mis sentidos,
la corrupción de la carne.
Los ojos, ciegos de miedo,
se apoyan en los oídos.
Y se oye, ¿qué se oye?,
lo que repta en la negrura,
los crujidos abismales
de esta cascada tramoya
que sostiene esta impostura.
Besa la frente helada
del que parte hacia la nada.
No veles más de un segundo
en esta noche tan larga
ya que mientras mueres vives.
Ay, qué pena, pena amarga.

                             Fátima N. S.