sábado, 29 de agosto de 2020

LA EDAD DORADA

De puntillas busco mi edad
hundida en un cuerpo decadente,
inmersa en un tiempo que camufla su inalterabilidad
con goteras y dolores,
preludio de su fin,
revocación de su permiso de estancia.
Me encaramo en mis recuerdos
y a tientas busco con la mano
el asombro, la vuelta a la maravilla.
Y de tanta capa, solo encuentro
en los estantes polvo del cansancio de los días.
Toso consternada de no poder desenterrar
lo que se llevaron las horas
aún sabiendo que tanto da el ahora o el recuerdo
pues solo son ilusiones de vida
o suspiros de memoria.

                                    Fátima N. S.

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