sábado, 28 de diciembre de 2013

Ángel González

"Defiendo la poesía como realidad e iluminación. No me interesa la oscuridad, no me interesa el hermetismo. Simplemente es la poesía que me interesa a mí, la que yo aspiro a hacer y es la que, en cierto modo, se puede medir. Porque lo que es muy oscuro, muy hermético, no tiene para mí el don de la sugerencia y, por lo tanto, no veo nada en ella. No entiendo qué puede traer la confusión a un mundo que ya es confuso de por sí." (Entrevista en Revista Clarín. Ángel González, la última carta, por Xuan Bello, enero 2008)


PARA QUE YO ME LLAME ÁNGEL GONZÁLEZ

Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...

Jaime Gil de Biedma (dos)


LUNES

Pero después de todo, no sabemos
si las cosas no son mejor así,
escasas a propósito... Quizá,
quizá tienen razón los días laborables.

Tú y yo en este lugar , en esta zona
de luz apenas, entre la oficina
y la noche que viene, no sabemos.
O quizá, simplemente, estamos fatigados.


EN EL NOMBRE DE HOY

En el nombre de hoy, veintiséis
de abril y mil novecientos
cincuenta y nueve, domingo
de nubes con sol, a las tres
-según sentencia del tiempo-
de la tarde en que doy principio
a este ejercicio en pronombre primero
del singular, indicativo,

y asimismo en el nombre del pájaro
y de la espuma del almendro,
del mundo, en fin, que habitamos,
voy a deciros lo que entiendo.
Pero antes de ir adelante
desde esta página quiero
enviar un saludo a mis padres,
que no me estarán leyendo.

Para ti, que no te nombro,
amor mío -y ahora hablo en serio-,
para ti, sol de los días
y noches, maravilloso
gran premio de mi vida,
de toda la vida, qué puedo
decir, ni qué quieres que escriba
a la puerta de estos versos?

Finalmente a los amigos,
compañeros de viaje,
y sobre todos ellos
a vosotros, Carlos, Ángel,
Alfonso y Pepe, Gabriel
y Gabriel, Pepe (Caballero)
y a mi sobrino Miguel,
Joseagustín y Blas de Otero,

a vosotros pecadores
como yo, que me avergüenzo
de los palos que no me han dado,
señoritos de nacimiento
por mala conciencia escritores
de poesía social,
dedico también un recuerdo,
y a la afición en general.

                             Jaime Gil de Biedma


(El poeta empezó su carrera con la publicación de dos plaquettes: Versos a Carlos Barral (1952) y Según sentencia del tiempo (1953). No fue sino hasta 1959, sin embargo, cuando dio a conocer su primer libro de poemas, Compañeros de viaje, al que seguirían Moralidades (1966) y Poemas póstumos (1968). En 1975 y bajo el título de Las personas del verbo, reunió la totalidad de su producción poética, que amplió ligeramente en una segunda y última edición de 1982. Producto de un esfuerzo por acercar el verso al ritmo del habla y del pensamiento, Las personas del verbo fue una tentativa arriesgada, no sólo por la dificultad que esta transformación del lenguaje poético suponía, sino también porque implicaba nadar contra la corriente de las modas del momento. El gran prestigio del que Gil de Biedma goza en la actualidad parecería confirmar que el esfuerzo no fue en vano. Galaxia Gutenberg, 2006).

sábado, 21 de diciembre de 2013

Jaime Gil de Biedma


"La literatura y sobre todo la poesía es una forma de inventar una identidad... la literatura es un simulacro... cuando un poeta habla en un poema, quizá no hable como personaje imaginario, pero como personaje imaginado siempre."


Nos reciben las calles conocidas
y la tarde empezada, los cansados
castaños cuyas hojas, obedientes,
ruedan bajo los pies del que regresa,
preceden, acompañan nuestros pasos.
Interrumpiendo entre la muchedumbre
de los que a cada instante se suceden,
bajo la prematura opacidad
del cielo, que converge hacia su término,
cada uno se interna olvidadizo,
perdido en sus cuarteles solitarios
del invierno que viene. ¿Recordáis
la destreza del vuelo de las aves,
el júbilo y los juegos peligrosos,
la intensidad de cierto instante, quietos
bajo el cielo más alto que el follaje?
Si por lo menos alguien se acordase,
si alguien súbitamente acometido
se acordase... La luz usada deja
polvo de mariposa entre los dedos.

                                Jaime Gil de Biedma


[Jaime Gil de Biedma nace en Barcelona en 1929 en el seno de una familia acomodada. Cursó estudios de Derecho en la Universidad de Barcelona. Su obra se ve influenciada por la poesía anglosajona, los simbolistas franceses (concretamente Baudelaire), la literatura medieval y por un autor hacia el que siente una gran afinidad poética: Cernuda. Uno de los aspectos que resaltan en su obra, y en la obra de la mayoría de sus contemporáneos, es la huida del surrealismo y la defensa de la racionalidad. Esto provoca que su poesía sea a menudo bastante cruda y directa, deshaciéndose de todo tipo de imágenes innecesarias, aunque sin perder el sentido poético. De ahí, fundamentalmente, su denominación de "poesía de la experiencia"].

martes, 17 de diciembre de 2013

Las reglas del juego (cinco). ARTES POÉTICAS


ARTES POÉTICAS. ¿Puede la poesía explicarse a sí misma? Tal vez pueda explicar todos los poemas menos uno: el mismo que la explica. En él, además, germina la hipermetapoesía, casi como lanzar una granada a la caja de las granadas.
Hablemos de un sentimiento muy lejano que recordaremos apenas cuando estemos aquí. O, simplemente, formulemos una ecuación: el poema es igual a ingenio más memoria más conocimiento multiplicado todo por un poco de espíritu lúdico y otro de engaño.


ARTE POÉTICA

Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema ;

Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.

El Poeta es un pequeño Dios.

                        Vicente Huidobro


RESURRECCIÓN

La poesía entra en el sueño
como un buzo en un lago.
La poesía, más valiente que nadie,
entra y cae
a plomo
en un lago infinito como Loch Ness
o turbio e infausto como el lago Balatón.
Contempladla desde el fondo:
un buzo
inocente
envuelto en las plumas
de la voluntad.
La poesía entra en el sueño
como un buzo muerto
en el ojo de Dios.
           
                      Roberto Bolaño


EL POEMA

Y ahora, aquí está frente a mí.
Tantas luchas que ha costado,
tantos afanes en vela,
tantos bordes de fracaso
junto a este esplendor sereno
ya no son nada, se olvidaron.
Él queda, y en él, el mundo,
la rosa, la piedra, el pájaro,
aquéllos, los que al principio,
de este final asombrados.
¡Tan claros que se veían,
y aún se podía aclararlos!
Están mejor; una luz
que el sol no sabe, unos rayos
los iluminan, sin noche,
para siempre revelados.
Las claridades de ahora
lucen más que las de mayo.
Si allí estaban, ahora aquí;
a más transparencia alzados.
¡Qué naturales parecen,
qué sencillo el gran milagro!
En esta luz del poema,
todo,
desde el más nocturno beso
al cenital esplendor,
todo está mucho más claro.

                        Pedro Salinas


AL ACECHO
(Lectura de Ungaretti)

Al acecho
como un cazador,
en largas tardes,
silencioso esperas
un batir de alas
que se pierde en el viento,
sombras veloces,
fugitivas palabras del poema.

                         Juan Luis Panero


ARTE POÉTICA

Y en toda el alma hay una sola fiesta
tú lo sabrás, Amor sombra florida,
sueño de aroma, y luego... nada; andrajos,
rencor, filosofía.
Roto en tu espejo tu mejor idilio,
Y vuelto ya de espaldas a la vida,
Ha de ser tu oración de la mañana:
¡Oh, para ser ahorcado, hermoso día!

                     Antonio Machado

martes, 10 de diciembre de 2013

ASÍ SERÁ

Del negro haré pasos de ceniza
para iluminar mis huellas
en un arranque inmortal.
Aún invocada el alma de mi urna
con hechizos malsanos,
fogonazos de polvo vital revolverán mis cabellos
y marcarán la linea del destino
sin importar la fatiga.
Insuflarán los destellos inflamados
viento alado en mi boca
para que el gris de mi cuerpo sea perenne
en la fuerza concedida por los dioses
y la luz, henchida,
convierta mi figura
en dorado equilibrio de aire.

                               Fátima N. S.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Marcos Ana


Marcos Ana (Fernando Macarro Castillo) nació en Alconada, una pequeña aldea de Salamanca, en 1920, en el seno de una familia pobre de jornaleros del campo. Su vida ha estado marcada por una pasión constante en defensa de los oprimidos y desheredados, y una entrega absoluta a su ideal comunista. Desde su primera juventud, luchó del lado republicano, durante la guerra civil española. Al terminar ésta, en 1939, fue detenido y condenado a muerte. Permaneció encarcelado 23 años ininterrumpidos, durante los que se sucedieron las torturas y dos condenas a la pena capital.

El 17 de noviembre de 1961 fue puesto en libertad e inmediatamente recorrió Europa y gran parte de América, siendo recibido en Parlamentos, Universidades y centenares de concentraciones populares, promoviendo y organizando la solidaridad con los presos políticos y sus familias y denunciando las prácticas fascistas que, por entonces, se realizaban en España.

Escribe en su autobiografía (Decidme cómo es un árbol. Memoria de la prisión y la vida, Umbriel - Tabla Rasa, 2007):

"No recuerdo la sensación de calor o frío, de oscuridad o luz que tuve al salir de la prisión. Iba en una nube, inadaptado y feliz.
Franco había dado un decretazo que fue más bien un brindis al sol. Anunció la libertad automática para todos los presos que llevaran más de 20 años encarcelados de manera ininterrumpida.
En ese momento, de los 465 presos que había entonces sólo en el penal de Burgos, yo era el único que cumplía ese requisito"

Su labor poética, iniciada en la cárcel, se convirtió en la forma más sincera de expresar la injusticia y los sentimientos más profundos derivados de la privación de libertad:

"LOS INICIOS POÉTICOS. Fue en una celda de castigo donde inicié una creación adolescente y temblorosa. Los amigos me pasaron lecturas, introduciendo en mi petate unas hojas sueltas con poemas de Alberti, Neruda, Machado... Los leía y releía mil veces. Me los aprendí de memoria y me los recitaba en voz alta, llenando de ritmo y de imágenes la soledad y el silencio de mi celda. Y, en aquel clima, comencé a escribir (...)".

Los poemas salían clandestinamente de la prisión, se fueron publicando y extendiendo por todo el mundo y "contribuyeron a defender la libertad y la vida de mis hermanos".

¿LA VIDA?

Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto de un río,
cuando se cubre de pájaros.

Hablazme del mar, hablazme
del olor ancho del campo,
de las estrellas, del aire.

Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llave,
como la choza de un pobre.

Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del Amor, no lo recuerdo.

¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?

¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?

Veintidós años... Ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma... Escribo

a tientas: "el mar", "el campo"...
Digo "bosque" y he perdido
la geometría de un árbol.

Hablo, por hablar, de asuntos
que los años borraron.

No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario

              Marcos Ana

(Versión extraída de Poemas de la prisión y la vida, Marcos Ana, publicado por Umbriel - Tabla Rasa en 2011)

sábado, 16 de noviembre de 2013

Las reglas del juego (cuatro). PARADOJA


PARADOJA. El término paradoja viene del griego (para y doxos) y significa "más allá de lo creíble". En la actualidad tiene numerosos significados:

1) Afirmación que parece falsa, aunque en realidad es verdadera.
2) Afirmación que parece verdadera, pero en realidad es falsa.
3) Cadena de razonamientos aparentemente impecables, que conducen sin embargo a contradicciones lógicas (es decir, falacias).
4) Declaración cuya veracidad o falsedad es indecible.
5) Verdad que se vuelve patas arriba para llamar la atención.





UNA APARENTE PARADOJA

Hay una aparente paradoja en todo esto:
el agua es transparente pero oscurece la ropa,
hacemos cola en el fast food
(graffiti-comida), nos gusta la Nocilla,
el café aguado, el aire
que revuelven tus dedos y no vuelve, la vista
de la calle a través del cristal manufacturado.
Nos gusta lo que, existiendo,
no existe,
comprar camisetas blancas y zapatos caros,
silbar aquella canción de Roxy
fue la señal, nos gusta, sobre todo,
pensar el cielo en la tierra,
saber que tenemos razón para que
nos traiga sin cuidado tenerla.
Nos gusta comprar discos repetidos
de Esplendor Geométrico, vivir
una manzana más abajo de la cabeza de Newton,
(llovió y no quiero secarte el pelo, árbol de navidad de agua)
nos inquieta la pregunta: por qué los aviones
toman tierra y no derrapan, por qué los libros
son más altos que anchos, por qué el amor
(solución de una ecuación irresoluble) finge
su existencia.
Sabemos que el firmamento es cavidad resonante
de mensajes que se perdieron, y de aquellos que nos llegan
el emisor ha muerto. Sabemos la contradicción
de guerra humanitaria, que gana
quien derrama más sangre y después escucha
(graffiti-concierto) a Bach en los escombros del patio,
yo mismo a veces creo haber defraudado tanto
que me entregaría al cuerpo de cualquiera,
a lo que es pura ruina y carencia
y como el agua oscurece.
Me muero por piratear esta noche
los 50 gigabytes de tus pezones,
y qué más da Punk No Dead que Opus Dei Forever
si te imaginas que al final el cielo fuera sólo un anuncio
de papel Albal nos tararea Sr. Chinarro
en la ranura de tu sexo. Hay una aparente paradoja
en todo esto: envasado al vacío nos vendemos tiempo.

                                                        Agustín Fernández Mallo

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Recomendado por... Raúl

ESTE CIELO

El brillo del crepúsculo,
llamarada del día
que proclama que el día ha terminado
cuando aún es de día.

El acorde final que,
resonante,
dice el fin de la música
mientras la música se oye todavía.

Este cielo de otoño,
su imagen remansada en mis pupilas,
piadosa moratoria que la tarde concede
a la débil penumbra que aún me habita.

                                     Ángel González


(Ángel González nació en Oviedo en 1925 y falleció en Madrid el 12 de enero de 2008. Se resignó, como él mismo confiesa, a estudiar Derecho, ejerció de maestro en los montes de León y, después, ya como funcionario, vivió en Madrid, Sevilla y Barcelona. Pronto su afición poética le puso en contacto con los jóvenes escritores de la generación de los 50, sobre todo con la escuela de Barcelona, con quienes mantuvo una constante amistad. En 1956, su primer libro Áspero mundo obtuvo el accésit del premio Adonais. A éste le siguieron Sin esperanza, con convencimiento (1961), Palabra sobre palabra (1965), Tratado de urbanismo (1967), Breves acotaciones para una biografía (1971), Muestra de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que habitualmente comportan (1976; edición corregida y aumentada, 1977), Prosemas o menos (1985) y Deixis en fantasma (1992). En 1970 viajó a Estados Unidos y México, y dos años más tarde empezó a trabajar como profesor visitante en las universidades de Utah, Maryland, California (Irvine) y New México, donde enseñó literatura española durante dieciocho años. Académico de la lengua, recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1985 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1996.)

domingo, 10 de noviembre de 2013

Ray Bradbury


SIEMPRE LLEVO CONMIGO LO INVISIBLE

Siempre llevo conmigo lo invisible,
las cosas que sé pero no conozco
y pretendo averiguar a tientas
en ese país de ciegos
que es la mente y cada pensamiento
y todo cambio climatológico interior.
Palpo el cambio de luz
los distintos tonos de los atardeceres camino de la noche;
de todos esos sueños en penumbra antes del alba
escribo poemas, les ofrezco un hogar,
del jardín jeroglífico donde los perros garabatean
escribiendo futuros sobre un trébol lleno de escarcha,
que se marchita o muere.
¡Allá va! Oyes los gritos. ¡Allá va!
Un balón solitario escala el cielo,
un ruidoso muchacho que no vemos lo ha lanzado
a una niña en el cesped de la cara más lejana del mediodía.
Los retengo
para releerlos algún día en invierno cuando oscurezca
a las tres, y mi razón para existir
sea un balón trotamundos del cielo
lanzado al infinito
de una mano invisible a otra mano invisible.
Allí se quedará, porque
yo puedo hacer que el arco se congele.
Grito ¡Detente!
y el balón, en los versos,
se queda suspendido entre los árboles
para nunca bajar.
Así que ya ves, es cierto,
siempre llevo conmigo lo invisible
igual que tú lo llevas hecho visible en ti.

                                    Ray Bradbury



(Desde su primera publicación lírica, en 1971, Ray Bradbury dio a la imprenta diecisiete poemarios; el último de todos, Vivo en lo invisible, fue su única antología autorizada. Ha sido publicada en castellano, en 2013, por la Editorial Salto de Página, en edición bilingüe, con traducción y prólogo a cargo de Ariadna G. García y Ruth Guajardo González. De ahí está extraída la versión de este poema.)

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Las reglas del juego (tres). SONETO


Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.

                                          Lope de Vega


(Soneto incluido por Lope de Vega en el tercer acto de una obra de 1617 titulada "La niña de plata". La conversación que lo introduce tampoco tiene desperdicio:

DON JUAN. ¿Has sido tú poeta?

CHACÓN. Cuatro veces: la primera me dieron muchos palos; la segunda vinieron cuatro curas a conjurarme por maligno espíritu; la tercera me echaron de la calle por apestado y hombre contagioso; y la cuarta, a la fe, gané unos guantes con un soneto.

DON JUAN. Dile, por tu vida.

CHACÓN. ¿Tendréis paciencia?

DON JUAN. Sí.

CHACÓN. Va de soneto.

LEONELO. Di el sujeto.

CHACÓN. En el mesmo está el sujeto.)

lunes, 4 de noviembre de 2013

Fernando Pessoa


Leve, leve, muy leve,
un viento muy leve pasa,
y se va, siempre muy leve.
Y no sé lo que pienso
ni procuro saberlo.

                 Alberto Caeiro

Fernando António Nogueira Pessoa nació el 13 de junio de 1888 -día de San Antonio, patrón de Lisboa- en el cuarto piso de la casa número cuatro de la plaza de San Carlos y murió, también en Lisboa, el 30 de noviembre de 1935. Vivió la primera infancia junto a sus padres y su abuela materna -Dionisia- que sufría una enfermedad caracterizada por ataques cíclicos de gran violencia agresiva. Siendo niño, el poeta presenció varias crisis agudas de su abuela que lo marcaron profundamente. Los trastornos psíquicos del poeta fueron de otro tipo: depresiones profundas, "ondas negras", las llamaba, de origen histérico-neurasténico, como él mismo las definirá más adelante.

1912 es el año en que Fernando Pessoa se inicia en lo que convencionalmente llamamos "vida literaria". Asiste a tertulias en los cafés de la Baixa. Pero también es el año de su estreno literario. Se da a conocer como ensayista con dos artículos publicados en la revista A Águia, de Oporto: "La nueva poesía portuguesa sociológicamente considerada" y "La nueva poesía portuguesa en su aspecto psicológico".

"El punto central de mi personalidad como artista es que soy poeta dramático: tengo continuamente en todo cuando escribo la exaltación íntima del poeta y la despersonalización del dramaturgo. Vuelo otro: eso es todo." En esta afirmación del poeta, es decir, en la naturaleza dramática de su poesía, está la clave de la génesis de los heterónimos. Es imposible hablar de Fernando Pessoa sin referirse a ese descubrimiento suyo de escribir inventándose otros.

Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos y el propio Pessoa -que comparte el mismo sistema poético que los tres heteróminos principales y es también en ese sentido una realidad de ficción- están intimamente relacionados entre sí, participan en un incesante diálogo unos con otros hasta conformar un verdadero debate sobre los grandes temas del pensamiento y de la poesía del siglo pasado: la soledad, la conciencia, "la importancia misteriosa de existir".

La poesía escrita por Alberto Caeiro marca la línea que subyace a toda la obra pessoana. Es el poeta de la espontaneidad, del instinto, su poesía es visceralmente vivencial, construida a partir de las impresiones que recibe de su permanente contacto con la naturaleza.

El doctor Ricardo Reis es clásico en su poética y clásico también en su filosofía, en su concepción estoica de las cosas del mundo. Su lenguaje es el de un poeta cercano a Horacio. Su literatura es de un cuidado formal exquisito, latinizante, plagada de deliberados arcaísmos tanto léxicos como sintácticos.

El heterónimo que mejor nos permite entender la modernidad de Pessoa es Álvaro de Campos. Un personaje complejo, interesado por las máquinas y por las violentas realizaciones técnicas de nuestro tiempo. Es un poeta de raíz whitmaniana y futurista en sus poemas más extensos.

El ortónimo Pessoa es "el poeta del vacío", de la nada, lo que queda tras la creación de Caeiro, Reis y Campos. Es un heterónimo más: el paulista, el interseccionista, el gnóstico, el ocultista diletante, el metafísico, el poeta popular, en fin, el que faltaba para completar la magia de una poética tan sobrecogedora.

(Notas extraídas del prólogo escrito por Ángel Campos Pampano en Un corazón de nadie. Antología poética (1913-1935). Galaxia Gutenberg, 2001)


Autopsicografía

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.

Y quienes leen lo que escribe,
en el dolor leído sienten,
no los dos que el poeta vive
sino sólo aquél que no tienen.

Y así por las vías rueda,
entreteniendo a la razón,
el tren de juguete con cuerda
al que llamamos corazón.

                   Fernando Pessoa

viernes, 1 de noviembre de 2013

Recomendado por... Inés



REDONDILLA

Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?

Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

Sor Juan Inés de la Cruz

(Sor Juana Inés de la Cruz nació en un pueblo de México en 1651 y falleció en la capital de dicho país en 1695. Se destacó como una de las escritoras mexicanas más reconocidas del siglo XVII.
Se dice que con tan sólo tres años ya sabía leer y escribir con una facilidad inaudita. Estas capacidades la llevaron a codearse con los más altos jefes de la corte del Virreinato de España y, pese a ello, a los 16 años ingresó en el convento de las Carmelitas Descalzas de México y más tarde en la Orden de San Jerónimo, donde permaneció siempre.
No era una devota religiosa, en realidad su inclinación por la ordenación estuvo relacionada con el deseo de no perder sus aficiones intelectuales, de impedir que se la convirtiera (como a todas las mujeres de su época) en una esclava del sexo opuesto.)

lunes, 28 de octubre de 2013

Las reglas del juego (dos)


Se puede aprender a hacer cualquier cosa en esta vida a base de encontrar un método adecuado. Hasta para hacer poemas basta con aplicar rigurosamente el siguiente método y salen de corrido (después se incluirá un poema hecho con él para que se vea lo fácil que es y lo bonito que queda el poema).

Consta de una introducción y siete breves reglas:

Introducción. Para hacer un poema no es necesario esperar a que llegue ninguna inspiración especial, ni hace falta estar en ayunas, ni ninguna de esas condiciones que hacen falta siempre para las demás cosas. Basta aplicar las siete reglas siguientes.

Primera. Se cogen unas cuantas palabras, en sí mismo poéticas, y se van distribuyendo poco a poco entre las diferentes estrofas. Por ejemplo, susurro, desvelo, tintineo, alborada, crespones, aleteo, nenúfar, alondra, etc.

Segunda. Se cogen unas cuantas palabras más bien vulgares a las que se poetiza dándoles una terminación adecuada: pajarillo, arroyuelo, blanquecino, etc.

Tercera. Se forman unas cuantas parejas de diferentes colores, de modo que se contradigan lo más posible los colores de cada pareja: negro verdor, blanco escarlata, azul blanquecino, etc.

Cuarta. A unos cuantos verbos se les cambia de ocupación habitual, sin que se den cuenta. Por ejemplo: se cierran las sombras –en lugar de las puertas o ventanas-, se masca el silencio –en lugar de un buen filete-, se le clava un rejón al firmamento –en lugar de a un toro de trapío-, se borda un aciago destino –en lugar de un sufrido mantel-, etc.

Quinta. Se distribuyen también entre las estrofas unas cuantas palabras, de esas que a veces emplea la gente sin saber lo que quieren decir: enhiesto, hirsuto, inerme, inane, incólume, baldío, etc.

Sexta. Puede ir bastante bien, para lograr mayor fuerza poética, aprovechar algún pedacito de una poesía clásica conocida; así, a Rubén Darío, se le puede coger eso de los “claros clarines”.

Séptima. Si se encuentra a mano, algún estribillo, aunque sea cortito, para repetir entre cada dos estrofas, mejor que mejor.

Con este método, aplicado al pie de la letra, se puede conseguir un poema tan completo como el que sigue, titulado "Tu senda":


TU SENDA

¡Qué hirsutos y enhiestos se yerguen!
-amargo espejuelo-
grises en la noche,
cerrando sus sombras sobre el arroyuelo.
Tu senda...

Ayes y lamentos
Suaves tintineos mecidos al viento
cabalgan con furia, inermes e inanes
y allá en la alborada
clavan su rejón en el firmamento.
Tu senda...

La luna se mira en tu brisa.
Sabe que en la noche, donde las estrellas,
cuando el canto duerme, suave y placentero,
se masca un silencio de angustias
que sólo se quiebra junto al limonero.
Tu senda...

La alondra se viste de blanco escarlata.
Sus trinos golpean cual claros clarines,
y como un susurro de negro verdor
levanta su vuelo en la noche,
dejando con llanto y en flor
un negro y baldío desvelo.
Tu senda...

Junto al aleteo de los pajarillos
se escucha el mugido de una vaca en pena
que borda su aciago destino,
-torre de marfil, grácil tintineo-
nenúfar de plata de azul blanquecino.
Tu senda...

Y allá entre las sombras
mascando un silencio,
al aire sus negros crespones,
baja por tu senda...
... ¡mi menda!

(Extraído de Nueva introducción a la teoría de la literatura, de Miguel Ángel Garrido y otros)

sábado, 26 de octubre de 2013

Dos poemas


1
Alberga en el abrigo
de tus manos
la luz que te entrego,
apenas mayor
que un pequeño medallón.
No soy digna
de tener el hálito
de una llama iluminándome,
pues no tengo en el pecho
sueños que inflamar
ni esperanzas que quemar.

2
Yo soy
la que te observa coser,
sin albergar divinidad alguna
en la mirada,
sin esconder
profundos talentos,
sin aprender, sin juzgar.
Aquí, a la espera de nada,
simplemente siendo,
sedente y ausente,
sin creer ya
ni en vientos que me muevan
ni destinos inciertos.

                                     Fátima N. S.

martes, 22 de octubre de 2013

Las reglas del juego. OXÍMORON


OXÍMORON. El estudio de su etimología demuestra que se trata de una palabra compuesta de dos términos griegos, cuyos significados aproximados son “agudo” y “tonto“, tan aproximados y opuestos como un oxímoron en sí mismo.



miércoles, 16 de octubre de 2013

Friedrich Nietzsche

SÓLO LOCO, SÓLO POETA

Con el desvanecerse de la luz,
cuando ya el consuelo del rocío
se filtra en la tierra,
invisible, inaudible
—pues delicado calzado lleva
el consolador rocío, como todo dulce consuelo—
entonces recuerdas, tú recuerdas, ardiente corazón
cuán sediento estuviste
de lágrimas celestes y gotas de rocío,
abrasado, cansado, sediento,
mientras en sendas de amarilla greda
miradas malignas del sol crepuscular
a través de la negra arboladura en torno a ti corrían,
deslumbrantes, maliciosas, abrasadoras miradas del sol.

«¿Tú... el pretendiente de la verdad?» —así se burlaban—.
«¡No! ¡Sólo un poeta!
un animal astuto, saqueador, rastrero,
que ha de mentir,
que premeditadamente, intencionadamente
ha de mentir,
multicolor enmascarado,
máscara para sí mismo,
presa de sí mismo,
¿es eso el pretendiente de la verdad?...
¡Sólo loco! ¡Sólo poeta!
Solamente un multicolor hablar,
hablar polícromo de enmascarado bufón,
que trepa por mendaces puentes de palabras,
sobre un arcoiris de mentiras
entre falsos cielos
deslizándose y divagando.
¡Sólo loco! ¡Sólo poeta!...

¿Es eso el pretendiente de la verdad?...

No inmóvil, rígido, liso, frío,
trocado en estatua,
pilar de dios;
no erigido ante templos,
atalaya de dios;
¡no! Hostil eres a tales ejemplos de virtud,
más recogido te hallas en el desierto que en los templos,
audaz como los gatos
saltas por todas las ventanas
¡husch! y en toda oportunidad,
husmeas toda selva virgen,
tú que por selvas vírgenes
entre fieras de polícromos pelajes
pecadoramente sano y bello y multicolor corrías,
con lascivos belfos,
feliz con el escarnio, feliz en el infierno, feliz y sanguinario
furtivo, ladrón, mentiroso corrías...

O semejante al águila
que fija su mirada largamente en sus abismos...
—¡oh, girar como ella hacia abajo,
hacia el fondo, hacia adentro,
hacia profundidades más profundas cada vez!—
Entonces,
súbitamente,
en vuelo vertical,
trazo precipitado,
caer sobre corderos,
hacia abajo, voraz,
ávido de corderos,
odiando toda alma de cordero,
odiando furiosamente todo lo que parezca
virtuoso, borreguil, de lana rizada,
necio, con leche de oveja satisfecho...

Así,
aguileños, leopardinos,
son los anhelos del poeta,
son tus anhelos entre miles de máscaras,
¡tú, loco!, ¡tú, poeta!...

Tú que consideras al hombre
tanto dios como oveja—,
desgarrar al dios en el hombre
como a la oveja en el hombre
y desgarrando reír—

¡ésa, ésa es tu felicidad! ente en los abismos,
¡felicidad de leopardo y águila,
felicidad de loco y de poeta!»...

Con el desvanecerse de la luz,
mientras la hoz de la luna
se desliza verde y envidiosa
entre rojos purpúreos,
—hostil al día,
segando a cada paso
las guirnaldas de rosas
con sigilo, hasta que se hunden,
pálidas, en el seno nocturno:
así caí yo mismo alguna vez
desde mi desvarío de verdad,
desde mis días afanosos,
del día cansado, enfermo de luz,
—caí hacia abajo, hacia la noche, hacia las sombras,
abrasado y sediento
de una verdad.
—¿Recuerdas aún, recuerdas tú, ardiente corazón
cuan sediento estuviste?—
¡sea yo desterrado
de toda verdad!
¡Sólo loco! ¡Sólo poeta!...

                                           
(Friedrich Nietzsche, nacido el 15 de octubre de 1844 Röcken, Alemania. Poema compuesto en 1884 y aparecido en Así habló Zaratustra IV)