martes, 18 de agosto de 2015

Haiku. BASHO, BUSON, ISSA, SHIKI


"¿Qué es un jaiku? En cuanto a la forma, es un poema breve, generalmente de diecisiete sílabas, dispuestas en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, respectivamente. Esta fórmula no tiene nada de místico e intocable, y Basho, el padre del género, se apartó incontables veces del patrón métrico. Por otra parte, son muchos los poemas, exquisitos, por cierto, que contienen un hemistiquio en el verso central, convirtiéndose por ello en verdaderos pareados.
En cuanto al fondo, se trata de una descripción brevísima de alguna escena, vista o imaginada. No conozco mejor definición que la que dio el propio Basho: «Jaiku es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento».
Cada uno de los cuatro grandes poetas de jaiku adopta sobre el particular una posición distinta. Para Basho el jaiku era ciertamente una escesis a lo Zen. Para Buson, un arte cuyo fin era la belleza. Para Issa, una efusión emotiva de su humanísima y franciscana ternura hacia personas, animales y cosas. Para Shiki, admirador de Buson, una forma literaria y nada más".


BASHO

Un viejo estanque.
Se zambulle una rana:
ruido de agua.

Se va la primavera.
Lloran las aves, y son lágrimas
los ojos de los peces.

Muévete, tumba,
que mis gemidos son
viento de otoño.


BUSON

La repudiada
pisa sobre su orgullo
y planta arroz.

Los días lentos
se apilan, evocando
un viejo antaño.

Blanco rocío.
Cada púa en la zarza
tiene una gota.


ISSA

Viento de otoño.
Un mendigo me mira,
comparativo.

Donde haya hombres,
habrá moscas, y habrá
Budas también.

Estoy aquí
por estar, y la nieve
sigue cayendo.


SHIKI

Viento otoñal.
Y yo no tengo dioses
ni tengo Budas.

Campo de escarcha.
A la loca del pueblo
le ladra un perro.

¿Por cuántas veces
la hondura de la nieve
indagué yo?


(Extraído de Jaikus inmortales, con selección, traducción y prólogo de Antonio Cabezas, Hiperión, 1983)

jueves, 13 de agosto de 2015

Tomas Tranströmer


CARA A CARA

En febrero lo vivo estaba inmóvil.
Los pájaros preferían no volar y el alma
roía en el paisaje como un barco
roza en el muelle al cual está amarrado.

Los arboles nos daban la espalda.
La altura de la nieve se medía con juncos.
Envejecían las huellas de pasos sobre el hielo.
Se derretía el lenguaje bajo un toldo.

Algo llegó hasta la ventana un día.
Se detuvo el trabajo, yo levanté la vista.
Los colores ardían. Todo se dio la vuelta.
El mundo y yo dimos un salto el uno hacia el otro.

                                  De El cielo a medio hacer (1962)


[«Con su primer libro, 17 poemas (1954), publicado cuando apenas tenía 24 años, Tranströmer deslumbró a la poesía sueca de su tiempo. Por un lado estaba el poder de sus imágenes ("oigo las constelaciones piafar en sus establos") y por otro la sutil concreción del verso clásico aprendido de Horacio. Una síntesis rara de la que años más tarde dirá: "Fue algo tan ingenuo, que se interpretó como sofisticado". Con este libro, cuyo título evoca a los 18 poemas de Dylan Thomas, y que comparte con el poeta galés la incapacidad de mirar a la vida sin los ojos del misterio, Tranströmer practica algo que podríamos llamar "surrealismo nórdico", y que sería al surrealismo francés, lo que un huracán a la brisa marina». Roberto Mascaró, en el prólogo a la antología El cielo a medio hacer, Nórdica Libros, 2010.]

lunes, 10 de agosto de 2015

Las reglas del juego (veintiuno). TRADUCCIONES


Las dificultades para traducir poesía no es menester ponderarlas. Son evidentes. El hechizo de la poesía depende en gran parte de las palabras y en cuanto sobre ellas se opera la más leve mutación córrese el riesgo de destruirlo. Poesía es expresión. Sustituir, pues, la totalidad de los elementos verbales de un poema por otros de distinta lengua, implica en cualquier caso un grave albur. Ha de procurarse la utilización de un lenguaje equivalente al empleado por el poeta y también, dentro de los límites prudentes, la fidelidad a los ritmos y cadencias del original. Obvio es decir que el contenido de la composición debe ser respetado escrupulosamente.

Traducción es creación

[Fragmento de Ricardo Gullón extraído de "Poesía y traducción (notas a una antología)]


CAVAFIS. Un poema, dos versiones, ¿dos poemas?



EN LO POSIBLE

Y si no puedes disponer tu vida como quieres
esto procura al menos conseguir
en lo posible: no vayas a ensuciarla
al frecuente contacto con el mundo,
con charlas y negocios por doquiera.

No vayas a ensuciarla trasladándola,
rodando sin cesar y exponiéndola
a la vulgar locura cotidiana
de tanta relación y compañía
hasta que se convierta en una extraña intrusa.

                                                       1913

(Tradición de Anna Porhitou y Rafael publicada en Poesía completa, Visor Libros, 2003)


CUANTO PUEDAS

Si imposible es hacer tu vida como quieres,
por lo menos esfuérzate
cuanto puedas en esto: no la envilezcas nunca
por contacto excesivo
con el mundo que agita movedizas palabras.

No la envilezcas nunca
en el tráfago inútil
o en el necio vacío
de los rostros diarios
y al cabo te resulte un huésped importuno.


(La traducción de este poema de Cavafis fue realizada por Elena Vidal y José Ángel Valente y formó parte del primer libro de poemas de Cavafis traducidos al español, titulado Veinticinco poemas y editado en 1964 por Caffarena & León, en Málaga, con una introducción del propio Valente).

C. P. Cavafis


ÍTACA

Al emprender el viaje para Ítaca
desea que el camino sea largo,
lleno de peripecias, lleno de saberes.
A Lestrigones y Cíclopes,
a Poseidón airado no los temas,
que a tales no hallarás en tu camino
si es tu pensar excelso, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones y Cíclopes,
a Poseidón violento no habrás de encontrarte
si no es que ya los llevas en tu alma,
si tu alma no los alza ante ti.

Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano
en las que con qué regocijo, con qué gozo,
llegues a puertos vistos por primera vez.
Detente en los comercios de Fenicia
y compra sus preciadas mercancías,
corales y nácar, ámbar y ébano,
y aromas exquisitos de mil clases,
cuantos aromas exquisitos puedas conseguir.
Visita muchas ciudades de Egipto,
y aprende y aprende de todos los que saben.

Pero en la mente siempre ten a Ítaca,
porque llegar allí es tu objetivo.


("El 28 de abril de 1907, en el medio del camino de su vida literaria, un día antes de cumplir sus cuarenta y cuatro años, Constantinos Petros Fotiadis Cavafis, nacido en Alejandría en 1863, en el seno de una familia de comerciantes algodoneros griegos, escribía en sus notas personales:

Me he acostumbrado ya a Alejandría y lo más probable es que, aunque fuera rico, me quedaría aquí. Pero todo esto, cómo me deprime. Qué dificultad, qué carga es una pequeña ciudad –qué falta de libertad.
Me quedaría aquí (no estoy, por otra parte, completamente seguro de si me quedaría) porque es como una patria, porque está relacionado con los recuerdos de mi vida.

Las palabras de Cavafis revelan su decisión de aceptar Alejandría como su ciudad, como «la ciudad» que le acompañará toda su vida, y de la que no podrá salir; pero también la decisión de ser el poeta de Alejandría, como lo evocarán años más tarde E. M. Forster o Lawrence Durrell". Escrito por Juan José Lanz en Revista de Occidente, n° 329, octubre 2008, "Costantinos Cavafis, o el último de Bizancio").

sábado, 1 de agosto de 2015

John Berger


REQUIEM

El verde
llena
los dos pechos de la tierra
día y noche
los árboles del bosque
amamantan verdor.
De los colores
el verde es el último.

El viento
seca la tierra
polvorienta y ligera
en el barro más oscuro
manchas
del marrón de la sangre
repetidamente seca
desaparecen otra vez
al amainar el viento
bajo la lluvia.

El verde
a diferencia del plata o el rojo
te lo digo yo Nella
nunca está quieto
el verde que esperó
edades minerales
por la hoja
tiene el color de sus almas
y llega como un regalo.


(«Al contrario de lo que nos enseñaron en la escuela, siempre he pensado que la palabra "poeta" es un adjetivo. Un adjetivo que no tiene nada que ver con el término "poético". Cuando se dice "es poeta" se describe una cualidad que incluye, entre otras cosas, el valor y la sinceridad. Por eso no me parece apropiado autocalificarse "poeta". Decir "soy poeta" equivale un poco a decir "soy inolvidable" o "soy sincero". Mejor dejar que juzguen los otros. El lector y solo el lector puede confirmar si un poema es un poema y un poeta, poeta. Esta convicción, o más bien obsesión, me impidió publicar o incluso pensar en publicar, un libro de poemas, pues obviamente con ello me estaría autoproclamando poeta». John Berger. Paginas de la herida, Visor Libros, 1995).