lunes, 4 de abril de 2016

Rodolfo Serrano


LAS COSAS NO MARCHAN

Las cosas marchan bien si considero
que el médico me dice, por ejemplo,
que han bajado los índices en sangre
de la glicosilada y que parece
que tengo el colesterol muy controlado.

Las cosas marchan bien. Incluso puedo,
según receta médica, tomarme
mis vasitos de vino. Están las cosas,
los análisis de todas las miserias
de este cuerpo vencido, en plena forma.

¿Qué quieres que te diga? En estos tiempos
de fría incertidumbre juraría
que tengo el corazón y mis papeles
en paz con esta vida y con los hombres
y soy afortunado, o eso dicen.

Sin embargo, cuando leo el periódico me asaltan
los miedos y las sombras. Y no duermo.
Y sigo por las noches tiritando
sobresaltándome el alma cuando oigo
que el hombre está muriendo en su esperanza.

Así que me detengo. Veo la lluvia
cayendo lentamente como lágrimas.
Y aquí mismo, en esta soledad de la tormenta,
me paro ante tus labios. Desearía
tenerte una vez más bajo mi cuerpo.

Porque así, la tristeza mismamente,
el dolor de los otros, esa dulce
sensación de morir cuando no hay nada
que pueda rescatarme del naufragio,
sería como el mal sueño de tu ausencia.

Y siento que en la oscura madrugada
volverá otra vez, como un perro salvaje,
la angustia de saber que los informes
de médicos y todas sus recetas
no servirán ya nunca para darme
esa felicidad de un mundo que se muere.

Las cosas no van bien. Sólo por eso
te escribo estas palabras. Duele el hombre.

                               De El llanto de Aquiles (2015)

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