VIAJE
Me gustaría tanto visitar
los países donde hay manzanas de oro;
donde bajo otro cielo existen islas
con papagayos, y las cacatúas
y las cabras jamás pierden de vista
a Robinson haciéndose una barca;
donde el sol ilumina las lejanas
ciudades del Oriente, con mezquitas
y alminares en medio de jardines
de arena, y las preciosas mercancías
que vienen de muy cerca o de muy lejos,
cuelgan para venderse en el bazar;
donde la Gran Muralla cerca a China,
y a un lado está el viento del desierto,
y al otro con campanas y tambores
zumban estrepitosas las ciudades;
donde hay selvas ardientes como el fuego,
grandes como Inglaterra, y además
altísimas, con monos, cocoteros
y chozas de los negros cazadores;
el cocodrilo de rugosa piel
en el Nilo a sus víctimas acecha,
y alza el vuelo el flamenco color rojo
persiguiendo a los peces; en la jungla
hay tigres que devoran a los hombres,
muy quietos, al acecho y esperando
que la presa se acerque, por ejemplo
un viajero al que mece el palanquín;
donde entre las arenas del desierto
hay ciudades desiertas, con sus niños
príncipes o mendigos, hechos hombres
desde hace mucho tiempo, sin que se oiga
en las calles y casas ni un ruido
de ratones o niños, y al caer
suavemente la noche, en la ciudad
ni un destello de luz rompe las sombras.
Cuando crezca hasta allí emprenderé el viaje
con una caravana de camellos;
encenderé la lumbre en las tinieblas
de un salón polvoriento, miraré
las pinturas que adornan las paredes,
guerras, héroes, fiestas; y buscando
en un rincón encontraré juguetes
de los niños de aquel antiguo Egipto.
(Trad. de Carlos Pujol)
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