martes, 2 de febrero de 2016

Julio Cortázar


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

(De Rayuela, capítulo 7)


["Es el único capítulo que queda encerrado en el mismo orden entre capítulos en una y otra forma de leer el libro. En la manera corriente sigue, lógicamente, al capítulo 6 y precede al capítulo 8. Exactamente igual que en la versión extendida, cosa que no ocurre con ningún otro capítulo, viéndose el lector obligado a saltar después de dos capítulos seguidos obligadamente a otro. Tal vez se trate solo de un azar, algo que sería muy cortazariano, a lo que Horacio Oliveira se hubiese empeñado en extraerle un oculto significado, y que la Maga hubiese desconsiderado como una simple y bonita casualidad". Por Ulises Argandona, en Drugstore. Magazine cultural].

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