miércoles, 27 de enero de 2016

Ángel González (dos)


REFLEXIÓN PRIMERA

Despertar para encontrarme
esto:
la vida así dispuesta,
el cielo
turbio, la lluvia
que lame los cristales.

Abrir los ojos para ver
lo mismo,
poner el cuerpo en marcha para andar
lo mismo,
comenzar a vivir, pero sabiendo
el fracaso final de la hora última.

Si esto es la vida, Dios,
si este es tu obsequio,
te doy las gracias -gracias- y te digo:
Guárdalo para ti y para tus ángeles.

Me hace daño la luz con que me alumbras,
me enloquece tu música
de pájaros,
pesa tu cielo demasiado,
oprime,
aplasta, bajo y gris, como una losa.

Todo está bien, lo sé.
Tu orden
se cumple.
Pero alguien
envenenó las fuentes
de mi vida, y mi corazón es
pasión inútil, odio
ciego, amor desorbitado,
crisol donde se funden
contrariedades con contradicciones.

Y mi voluntad sigue,
inútilmente,
empeñada en la lucha más terrible:
vivir lo mismo que si tú existieras.

                     De Sin esperanza, con convencimiento (1961)


("Aunque está claro que la poesía carece del discurso metódico de la filosofía, vitalmente se avecina a ella, puesto que puede ser versión cordial o particular de la misma, y más si esa filosofía tiene, como el existencialismo, en el individuo su punto de referencia. Ángel González coincide con esta corriente filosófica en su concepción del hombre como una pasión inútil destinada al anonadamiento". Por Antonio Moreno, La poesía de Ángel González: «una viva historia», Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes).

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