martes, 29 de septiembre de 2015

Fabián Casas


SIN LLAVES Y A OSCURAS

Era uno de esos días en que todo sale bien.
Había limpiado la casa y escrito
dos o tres poemas que me gustaban.
No pedía más.
Entonces salí al pasillo para tirar la basura
y detrás de mí, por una correntada,
la puerta se cerró.
Quedé sin llaves y a oscuras
sintiendo las voces de mis vecinos
a través de sus puertas.
Es transitorio, me dije;
pero así también podría ser la muerte:
un pasillo oscuro,
una puerta cerrada con la llave adentro,
la basura en la mano.

                                (El salmón, 1996)


(Tenía veintidós años y quería ser poeta. Había escrito un poemario y Ricardo Piglia le recomendó que se dedicara a otra cosa o que no tuviera hijos. "Me dijo que lo que yo escribía no iba a tener gran repercusión, que no iba a poder mantener una familia. Pero me lo dijo bien, para advertirme", cuenta hoy Fabián Casas, que ya tiene 50 años y cometió la imprudencia de no sólo tener un hijo sino dos: Ana y Julián. De todas formas, Piglia se equivocaba en la mitad de su pronóstico: de eslasempo a esta parte Casas sí tiene gran repercusión en la colonia literaria, y hace unos años su poesía fue protagonista de un prodigio: Horla City, el libro que reúne toda su obra poética de 1990 a 2010, agotó 3000 ejemplares en tan sólo tres meses. Eso, en el mercado editorial, es algo parecido a un milagro. Sin embargo, la otra mitad de la sentencia era cierta: "La literatura, en términos económicos, a mí no me dio nada", confiesa Casas, que lo dice sin dramatismo, como si fuera lo más natural del mundo, la consecuencia chiflada de querer dedicarse a las palabras. Fragmento de una entrevista para la revista La Nación, por Joaquín Sánchez Mariño, 15 de marzo de 2015)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te parece?