Ella sufre, sufre tanto.
Patada en el vientre,arranca el día.
Contrae la tripa y golpea sus pulmones
para llegar con un hálito de vida a acabar la mañana.
Y en esta posición meridional
el corazón se desprende en caída libre
y palpa en sus encías sabor a sangre.
Exhala buscando adueñarse de la tarde.
Presiona el tórax para llegar al aire contenido.
El pulso se entrecorta y el latido se arrastra al fin del día.
Unos pasos más y un rastro de sudor agotado.
Al refugio de la noche,
sueños de humanidad.
Ella reza, reza tanto…
Fátima N. S.
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