Hemos gozado mucho de la dama,
aunque alguno, inocente en demasía,
detrás de la apariencia vio algún engaño oculto,
y no siguió nuestro gozar frenético;
como dama escogió a la insípida muerte.
Gocemos de la vieja prostituta, tan sabia
en el amor, y aunque nos manche nuestra joven carne
con hediondos afeites,
no hay otra vida que escoger podamos
sino esta vieja y negra prostituta.
Francisco Brines (Aún no, 1971)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué te parece?