viernes, 28 de abril de 2017

Federico García Lorca


TU INFANCIA EN MENTÓN

Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
El tren y la mujer que llena el cielo.
Tu soledad esquiva en los hoteles
y tu máscara pura de otro signo.
Es la niñez del mar y tu silencio
donde los sabios vidrios se quebraban.
Es tu yerta ignorancia donde estuvo
mi torso limitado por el fuego.
Norma de amor te di, hombre de Apolo,
llanto con ruiseñor enajenado,
pero, pasto de ruina, te afilabas
para los breves sueños indecisos.
Pensamiento de enfrente, luz de ayer,
índices y señales del acaso.
Tu cintura de arena sin sosiego
atiende sólo rastros que no escalan.
Pero yo he de buscar por los rincones
tu alma tibia sin ti que no te entiende,
con el dolor de Apolo detenido
con que he roto la máscara que llevas.
Allí, león, allí, furia del cielo,
te dejaré pacer en mis mejillas;
allí, caballo azul de mi locura,
pulso de nebulosa y minutero,
he de buscar las piedras de alacranes
y los vestidos de tu madre niña,
llanto de medianoche y paño roto
que quitó luna de la sien del muerto.
Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
Alma extraña de mi hueco de venas,
te he de buscar pequeña y sin raíces.
¡Amor de siempre, amor, amor de nunca!
¡Oh, sí! Yo quiero. ¡Amor, amor! Dejadme.
No me tapen la boca los que buscan
espigas de Saturno por la nieve
o castran animales por un cielo,
clínica y selva de la anatomía.
Amor, amor, amor. Niñez del mar.
Tu alma tibia sin ti que no te entiende.
Amor, amor, un vuelo de la corza
por el pecho sin fin de la blancura.
Y tu niñez, amor, y tu niñez.
El tren y la mujer que llena el cielo.
Ni tú, ni yo, ni el aire, ni las hojas.
Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.

Poeta en Nueva York, 1940


("Cuando Federico García Lorca fue la víspera del día 13 de julio de 1936 al despacho de José Bergamín y no lo encontró, le dejó una nota manuscrita: “He estado a verte y creo que volveré mañana”.
Mañana fue nunca.
El poeta partió a Granada pocos días antes de que estallara la guerra. Creyó, inocente, que allí se encontraría más seguro.
Lo que le dejó a su editor encima de la mesa en la redacción de la revista Cruz y Raya fue el original manuscrito, mecanografiado, ordenado por partes y estructurado en 35 poemas y 10 secciones de lo que acabaría siendo una obra maestra que cambiaría para siempre la literatura: Poeta en Nueva York". Jesús Ruiz Mantilla, El País.Cultura, 26 de marzo de 2013)

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