miércoles, 26 de marzo de 2014

Juan Luis Panero


LAMENTO DEL VAMPIRO

No vuelvas amada sensación, no vuelvas
frágil tacto tierno de tu piel,
altivez suave de tus pechos, detenidos en el aire de pronto,
no vuelvas piernas abiertas, derramados muslos,
dorada arena, rubio terciopelo de lujo,
íntimo musgo húmedo en mis manos,
mordidos labios ocultos, ácido aroma.
No vuelvas nubes de pestañas flotando,
pálida frente y azul imposible de tus ojos,
con la luz despintada que aún recuerdo
y la empapada llamarada de tu lengua.
No vuelvas vestida de ti misma y de ti misma desnuda
y veinte años resbalando en tu espalda
como un agua desbordada en la noche.
No vuelvas más amada sensación, juventud de la dicha en breves sílabas,
en letras tartamudas y el idioma implacable de tu cuerpo.
No vuelvas, mientras escapo del espejo del tiempo,
de la amortajada claridad de otro día
y recuerdo el grito de tu sangre y su fiesta escarlata,
cuando solo, más solo que mi nombre borrado,
siento cómo crecen otra vez mis colmillos.

                                     (De Desapariciones y fracasos)

(En Sin rumbo cierto, autobiografía publicada en Tusquets y ganadora del Premio Comillas, el escritor no solo habla abiertamente de su enfermedad, sino que incluso da la impresión de acelerar su propia vejez: "No es eso, es que realmente soy viejo. Por mucho que traten de disfrazarnos la realidad, los avances médicos lo que hacen es alargar la vejez, no la juventud. Yo hace ya tiempo que le veo las orejas al lobo. Aunque no hubiera bebido tanto estaría igual, porque lo que desgasta es la vida. Todas las cosas que aprovechas, las que disfrutas, son también las que te consumen. Y además el desgaste no es sólo físico, sino también mental".)

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