martes, 4 de febrero de 2014

Arthur Rimbaud


LA MALINA

En el oscuro comedor que perfumaba
un olor de barniz y de fruta, a mis anchas
rebañaba yo un plato de no sé qué guisote
belga y me despatarraba en mi inmenso sillón.

Escuchaba el reloj mientras comía, silencioso y contento:
la cocina se abrió con una bocanada,
y la sirviente vino, no sé por qué,
malamente peinada y con la pañoleta hecha unos zorros;

y, sin dejar de pasear su dedo meñique, tembloroso,
por su mejilla, un terciopelo de melocotón rosado y blanco,
y, haciendo con su boca infantil un puchero,

colocaba los platos cerca de mí, seguro que para solazarme;
luego dijo bajito –seguro que lo hizo para obtener un beso-:
«Toca aquí, he cogido frío en la mejilla...»

                                Arthur Rimbaud (Charleroi, octubre 1870)

(Trad. Aníbal Núñez y David Conte; Poesía completa, Arthur Rimbaud. Visor Libros, 1997)


LA MALINE

Dans la salle à manger brune, que parfumait
Une odeur de vernis et de fruits, à mon aise
Je ramassais un plat de je ne sais quel met
Belge, et je m'épatais dans mon immense chaise.

En mangeant, j'écoutais l'horloge, - heureux et coi.
La cuisine s'ouvrit avec une bouffée,
- Et la servante vint, je ne sais pas pourquoi,
Fichu moitié défait, malinement coiffée

Et, tout en promenant son petit doigt tremblant
Sur sa joue, un velours de pêche rose et blanc,
En faisant, de sa lèvre enfantine, une moue,

Elle arrangeait les plats, près de moi, pour m'aiser ;
- Puis, comme ça, - bien sûr, pour avoir un baiser,-
Tout bas : "Sens donc, j'ai pris 'une' froid sur la joue..."



(“Consciente sin duda de que su vida iba a ser breve -pocos autores han sido tan autodestructivos como él- escribe todos su versos entre los 16 y los 20 años. Con posterioridad, olvidada por completo su actividad literaria, se dedica a las más diversas ocupaciones con un único interés: enriquecerse”. “Puesto a ello no dudará en ser mercenario en las colonias holandesas y tratante de esclavos en Abisinia. Mientras tanto, en Europa, es el mismo Verlaine el primero en reivindicar a Rimbaud al publicar los poemas de su antiguo amante -Iluminaciones (1886)- e incluirle en su ensayo Los poetas malditos.” [“Arthur Rimbaud, la precocidad y la autodestrucción”, Javier Memba])

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