viernes, 31 de octubre de 2014

Las reglas del juego (trece). GREGUERÍA


GREGUERÍA. Humorismo + metáfora = greguería.

"Hemos comprobado que las definiciones del propio Ramón acerca de la greguería no son tales definiciones o, lo que es lo mismo, son definiciones aplicables también a la poesía. Leyendo las greguerías de Ramón nos damos perfecta cuenta de que nos hallamos unas veces ante poesía -en prosa naturalmente- dramática, otras ante poesía puramente lírica en la que unas veces el humor, no todas, y otras el amor más profundo hacia las cosas son los protagonistas principales, los motores que ponen en marcha su proceso creativo".

La merluza es un pescado hecho de rodajas.

"A veces son incluso como versos en los que se condena una verdad y una realidad poéticas, sobre cualquier motivo, sobre cualquier tema; brevísimas prosas que abren y cierren un circuito de alta tensión poética, y que su gran unidad las independiza de otros géneros literarios".

Cuando el domingo caiga en lunes, la vida habrá perdido la cabeza.

"Diga, pues, lo que diga su autor -mantiene Pedro Salinas- la actitud del creador de greguerías es una actitud puramente poética, intuitiva, ya que tiende a captar lo indefinible, a retener lo fugitivo, a acertar lo que acaso nadie haya visto".

Las conchas de las playas son los restos de los arroces que come Neptuno.

En el prólogo que apareció al frente de la sexta edición, publicada en 1960, dice el propio Ramón Gómez de la Serna: "Desde 1910 -hace cincuenta años- me dedico a la greguería, que nació aquel día de escepticismo y cansancio en que cogí todos los ingredientes de mi laboratorio, frasco por frasco, y los mezclé, surgiendo de su precipitado, depuración y disolución radical, la greguería. Desde entonces, la greguería es para mí la flor de todo lo que queda, lo que vive, lo que resiste más al descreimiento".

El libro es el salvavidas de la soledad.

"¿Que por qué se llama Greguerías?
Al encontrar el género me di cuenta de que había que buscar una palabra que no fuese reflexiva ni demasiado usada, para bautizarle bien.
Entonces metí la mano en el gran bombo de las palabras y al azar, que debe ser el bautizador de los mejores hallazgos, saqué una bola...
Era greguería, aún en singular; pero yo planté esa bolita y tuve un jardín de greguerías. Me quedé con la palabra por lo eufónica y por los secretos que tiene en su sexo.
La greguería es el atrevimiento a definir lo que no puede definirse, a capturar lo pasajero, a acertar o a no acertar lo que puede no estar en nadie o puede estar en todos".

Cuando sentimos un diente flojo no hay nada que hacer, como cuando notamos que se mueve la punta del lápiz.

¿Qué lee el jardinero? Hojas... Hojas de almanaque.

El sillón del piano es el sacacorchos del concierto.

Collar de perlas: rosario del pecado.

Hay noches en que la luna se pasa horas repasando radiografías.

Cuando se llega al verdadero escepticismo es cuando por fin se sabe que escepticismo no se escribe con x.

Los tramoyistas son los marineros del teatro.

La chismografía es la geografía de la vida privada.

Una de las mayores maldades de la vida es tirar la cerilla encendida al agua.

Entre los carriles de la vía del tren crecen las flores suicidas.

Plebiscito es una palabra en diminutivo porque lo que menos figura en él es el voto de la plebe.

En las máquinas de escribrir sonríe la dentadura postiza del alfabeto.

Todos los días del limbo son domingo.

Los tahoneros son los payasos de la madrugada.

Las nubes de la tarde acuden al ocaso para empapar su sangre y caer como algodones usados en el cubo del otro hemisferio.

Los pianos de cola se abren como sigilosos cepos para cazar malos pianistas.

Nuestros gusanos no serán mariposas.


(Greguerías. Selección 1910-1960. Ramón Gómez de la Serna. Prólogo de Santiago Prieto Delgado. Espasa-Calpe, 1986.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te parece?