viernes, 18 de julio de 2014

Francisco Brines


LOS OCIOS GANADOS

En este día de septiembre en Elca
nada ha pasado, salvo el tiempo de oro
que fallece apacible con la tarde.
Poblado con las sombras más queridas
he ocupado mis sueños frente al mar,
y era un olor de rosas, y un tumulto,
los negros aposentos de mis ojos.
Con tanta levedad, como es su olor,
cayeron dulcemente los jazmines.
Y en este día del septiembre lento
todo es ganado, salvo que he perdido
un día de mi vida para siempre.

Algo ocurrió de extraño, al mediodía:
un estruendo de alas, y un silencio.
A un tiempo seis palomas, las seis blancas,
hirieron de belleza una palmera.
Solo queda esperar a que la noche
más bella la haga aún, herida de astros.


("En Elca transcurrió lo mejor de mi infancia, pues desde ese lugar me dispuse a contemplar con sosiego y temblor el mundo: el exterior, y el de mi cuerpo y mi espíritu. Para mí ha llegado a simbolizar el espacio del mundo. Allí lo descubrí deslumbrante y eterno, y cuando la vida me dio una visión nueva, inesperada, de mortalidad, seguí amándolo desde su pérdida, y añorando en él su antiguo e imposible engaño divino". Extraído de Todos los rostros del pasado. Antología poética. Selección y prólogo de Dionidio Cañas. Galaxia Gutenberg, 2007).

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