sábado, 26 de octubre de 2013

Dos poemas


1
Alberga en el abrigo
de tus manos
la luz que te entrego,
apenas mayor
que un pequeño medallón.
No soy digna
de tener el hálito
de una llama iluminándome,
pues no tengo en el pecho
sueños que inflamar
ni esperanzas que quemar.

2
Yo soy
la que te observa coser,
sin albergar divinidad alguna
en la mirada,
sin esconder
profundos talentos,
sin aprender, sin juzgar.
Aquí, a la espera de nada,
simplemente siendo,
sedente y ausente,
sin creer ya
ni en vientos que me muevan
ni destinos inciertos.

                                     Fátima N. S.

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